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La historia es casi tan vieja como el tiempo

El lugar, la final de Wimbledon, el torneo más importante de tenis del mundo, el año 1993 casi final del partido, las protagonistas Steffi Graf, la mejor tenista del mundo […]


El lugar, la final de Wimbledon, el torneo más importante de tenis del mundo, el año 1993 casi final del partido, las protagonistas Steffi Graf, la mejor tenista del mundo del momento y Jana Novotna. El marcador 1-1 y 4-1# en el decisivo tercer set ganando Jana Novotna. La realeza está en las graderías y todos están esperando la sorpresiva victoria de Jana. Sin embargo, algo pasa en Jana y su servicio deja de funcionar después de dos doble faltas, el marcador es 4-2 y ahora Steffi tiene posibilidades. Servicio de Steffi y Jana es irreconocible 4-3. Servicio de Jana y pasa lo que ya todos esperamos 4-4. Steffi gana los otros dos sets sin mayor problema ante una Jana que no se puede controlar. En la premiación Jana no pudo dejar de llorar, sabía perfectamente que había tenido el torneo en sus manos.


Final del mundial de fútbol de 1994, enfrentadas las dos potencias del fútbol mundial Brasil e Italia, definición por penaltis. El último le pertenece al mejor jugador del mundo, el italiano Roberto Baggio, el resultado: Brasil campeón.

Raúl el goleador de España y del Real Madrid, semifinal de la Euro contra Francia, penalty decisivo el escogido para cobrar el número 10. Todavía están buscando el balón.

José Manuel Diosa, quizás el mejor pateador de Colombia, después de muchos meses de entrenamiento falla una patada en frente de palos en el torneo más importante para cualquier colombiano que juegue al rugby, El Suramericano de Rugby. ¿Cómo puede ser esto posible? Los mejores del mundo, en los momentos donde más motivados estaban, fracasando. Siempre hemos pensado que entre más motivada esté una persona, más dispuesta está a esforzarse y por lo tanto es más probable el éxito.

Esta es la lógica que hemos aplicado siempre. Una gran bonificación genera una gran motivación lo cual asegura un gran resultado. Así se han diseñado los bonos de organizaciones alrededor del mundo. En lo deportivo no es muy diferente, a los jugadores los motivan los grandes torneos, las grandes finales y la idea de hacer historia. Sin embargo, nadie parece haberse cuestionado si estas grandes motivaciones realmente se traducen en grandes desempeños.

Dan Ariely al observar que en algunos casos el desempeño de las personas disminuye con la motivación quizo investigar este tema. Para responder esta pregunta Dan realizó una serie de experimentos. El primer experimento buscaba medir el desempeño de las personas según los incentivos. Con este fin diseñó una serie de juegos: laberintos, rompecabezas, juegos de memoria, y otros de puntería. Una vez escogidos los juegos, dividió al azar los participantes en tres grupos.

  • A los integrantes del primer grupo, que llamaremos el de baja motivación, por un buen desempeño les prometió una recompensa equivalente a un día de salario.
  • A los integrantes del segundo grupo, el de motivación media, les ofreció una recompensa equivalente a dos semanas de salario si tenían un buen desempeño en los juegos.
  • Al tercer grupo, de motivación alta, por un buen desempeño se les entregaba en un día un gran bono equivalente a cinco meses de salario.

Los resultados fueron contundentes: Las personas fueron escogidas aleatoriamente para cada uno de los grupos, la única diferencia entre los grupos era la recompensa y al grupo de mayor recompensa, el más motivado en tener un buen desempeño fue al que peor le fue.

El siguiente experimento fue para establecer en qué tipo de tareas más motivación produce un mejor desempeño. El resultado: solo para las tareas que son exclusivamente físicas, como saltar la mayor cantidad de veces posible, las grandes recompensas tienen mejores resultados.

Estos resultados fueron presentados a la industria bancaria de Estados Unidos donde las bonificaciones son colosales y ascienden a varios millones de dólares. La respuesta de los banqueros fue decir que ellos eran especiales y que trabajaban mejor bajo presión. «No hay nada más difícil que hacer que alguien entienda algo si su salario depende de que no lo entienda»

Como era imposible hacer experimentos con los banqueros debido al tamaño de los incentivos necesarios, el siguiente experimento se hizo con unos sujetos que realmente son especiales y dentro de ellos con aquellos que son reconocidos por trabajar mejor bajo presión. En los jugadores de la NBA se estudiaron aquellos jugadores que según los entrenadores son reconocidos por hacer los puntos cuando las cosas más importan. Se tomaron los partidos de más presión (aquellos donde la diferencia al final del partido fuera inferior a tres puntos) y se comparó el porcentaje de aciertos de los 5 minutos antes de que terminara la primera mitad donde no había tanta presión con el porcentaje de aciertos en los últimos 5 minutos donde la presión era máxima.

Los selectos basquetbolistas de la NBA reconocidos por los entrenadores por ser los que ponen a su equipo adelante en los momentos de más presión mantienen su porcentaje de aciertos igual en los momentos de alta presión que en los momentos de baja presión. No hay evidencia que muestre que la presión o los grandes incentivos mejoran el desempeño en tareas que necesitan concentración.

En el caso del deporte se sabe la razón. Hay dos tipos de conocimiento el explícito en el que uno sabe que sabe y el conocimiento implícito en el que la persona no es consciente de lo que sabe. Cuando se está aprendiendo algo como patear una pelota, al principio los movimientos son muy conscientes pero a medida que se practica, los movimientos se van volviendo cada vez más inconscientes hasta que llega el punto donde no se es consciente de los movimientos. Este conocimiento implícito permite fluidez, velocidad y puntería. Con la presión las personas se concentran en hacer bien cada movimiento, volviendo al conocimiento explícito como cuando eran principiantes. En otras palabras cuando los deportistas no rinden al nivel esperado es porque se centran demasiado en pensar en los movimientos que deben realizar. Y lo que tienen que hacer es justo lo contrario, no pensar en ello para que se expresen los movimientos que han automatizado en el entrenamiento durante años.

Estos resultados deben ser tomados en cuenta cada vez que le recordemos a nuestro pateador lo importante que un penalti es, o a nuestro fullback que no se le pueden caer los balones porque el partido es muy importante. Este problema ha sido muy estudiado. Una investigación realizada por el doctor Jurgen Breckman mostró que en atletas derechos cerrar el puño izquierdo antes de ejecutar un penalti bajo presión aumentaba la probabilidad de éxito. La razón es que la mano izquierda está controlada por el hemisferio derecho del cerebro, que además es el encargado de las acciones automatizadas. La hipótesis es que hacer trabajar a esta mitad del cerebro antes de un instante de elevada presión mejora el rendimiento.

Pero también hay otras soluciones. Hay algunos, los más grandes, que no parecen dejarse presionar, tal vez porque ningún partido les parece tan importante o porque están tan seguros de si mismos que no les parece posible fracasar. Los dejo con algunos ejemplos.

Johnny Wilkinson y ese famoso drop. Tiempo extra de la final del mundial de rugby, el mundo entero mirando, un país en sus espaldas, el partido 17-17, el balón y todo Australia viniendo hacia él y siendo zurdo pateó con la derecha.

Zidane…

Pyrlo…

Referencias
Dan Ariely (2010) The upside of Irrationality. Capitulo 1 Paying more for less: why big bonuses don´t always work.
Malcolm Gladwell (2009) Lo que vio el perro y otras aventuras. Segunda parte. El arte del fracaso. Por qué unas personas se ahogan y otras son presa del pánico.
Ignacio Romo http://blogs.as.com/ciencia-medallas/


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