Cuéntenos algo de usted, a que se dedica?
Me llamo Catalina Marulanda Grisales. Tengo 29 años de edad. Nací en Pereira, Risaralda, viví toda mi infancia y adolescencia allí. Estudié en la universidad en Bogotá y pasé 8 años de mi vida en esta ciudad a la que regreso después de 4 años viviendo entre España e Inglaterra.
Soy antropóloga de profesión y vocación. Me encanta, actualmente trabajo en diferentes campos: estoy emprendiendo una pequeña compañía con mi familia en el sector de la industria metalmecánica, trabajo en proyectos sociales y culturales; además de emprender una pequeña empresa de alimentación orgánica. Me encanta lo que hago, soy muy activa y me gusta hacer cosas diferentes todo el tiempo. Siempre me gusta contribuir al universo, creo que los seres humanos tenemos una gran responsabilidad social y es deber de todos construir un mundo mejor.
¿Cómo es su entorno familiar?
Estoy rodeada de muchas personas que me quieren y que dedico mi vida a ellas. Mi familia de nacimiento es un círculo muy pequeño y lleno de mucho amor. Amor que me ha ayudado a dar amor a todos los que me rodean por lo que tengo muchos amigos y amigas que son esa gran familia que he escogido en el camino de mi vida. Así que mi entorno familiar es ¡supremamente grande!
¿Cómo llego al rugby y que paso después?
Yo jugué durante todo el colegio voleybol, me gustaba mucho pero realmente no era muy buena, desarrollé buena técnica y tengo buena motricidad gruesa así que se me da bien practicar deportes. Cuando llegué a la universidad mi escaso metro y medio no dio para mucho en el equipo de voley así que Camila Tabima (mi gran amiga) me llevó a entrenar RUGBY. Corría el año de 2002, y empecé a jugar en Séneca. Era el club de rugby femenino de la Universidad de los Andes de donde soy egresada. A la semana de empezar, sin saber de que se trataba viajé con el equipo a Bucaramanga donde era la única suplente. Camila Tabima era la hooker y sufrió una grave lesión en la columna, razón por la cual tuve que entrar a la cancha y nada menos ser pilar 1, posición que amo y amaré siempre. Desde ese momento fui, soy y seré primera línea. La mayoría del tiempo que jugué, fui hooker, aunque pasé por todas las posiciones (a excepción de fullback).
Después el club femenino pasó a ser Lynxes y finalmente se unió a Carneros. Me retiré del Rugby en Bogotá en el 2009 y del rugby en general en 2010. Aunque el gusanillo del rugby me llama todos los días, sueño constantemente con que estoy en la cancha corriendo a chocar, huelo el cesped mojado, y tengo esa sensación de libertad cuando se juega rugby al lado de tus hermanas y hermanos. Me encanta jugar rugby porque es un deporte de comunión, de compartir, de sumar, todas premisas fundamentales de mi vida.
¿Cuál es su jugador favorito?
Mis compañeros de equipo son mis jugadores favoritos, no admiro a gente que no conozco generalmente. Admiro a los luchadores que se parten “el orto” a mi lado en entreno, que son mis rivales en la cancha, que permiten que el rugby a mi escala (muy pequeña) crezca y se desarrolle. Admiro a los rugbiers colombianos porque cada vez son más grandes y mejores.
¿Siguió haciendo deporte, jugando rugby o haciendo otra actividad?
Como dije anteriormente dejé el rugby en el 2010, realmente porque vivía en el extranjero y era muy dificil asistir a los entrenos allí. Actualmente no juego porque ya pasó mi etapa de entrega a este maravilloso deporte, sin embargo me encantaría jugar socialmente, con mis amigas y amigos. Vamos a ver como resulta.
Ahora me gusta salir a correr, montar en bici y hago mucho spinning. Comparto con mis amigas de rugby, que casi todas estamos retiradas, aunque queremos formar un equipo social.
¿Cuáles han sido, o cuál ha sido el momento más emocionante como jugador de Club, como jugador de Selección Bogotá, como «Tucán»?
Uno de los mejores momentos fue ganarle a las rivales que denominábamos “las paisas” en un torneo en Pereira. En ese entonces solo había dos equipo en Bogotá, y no jugábamos en femenino casi nunca partidos de 15´s (mi modalidad favorita). Para ese torneo, éramos Lynxes, entrenamos muy fuerte y fue muy gratificante obtener ese resultado. Otro momento gratificante fue un try-penal que marqué en la final contra Venezuela en un torneo Colsanitas de no sé que año. No ganamos pero habíamos entrenado muchísimo e hicimos un torneo excelente. Fue un gran momento, no tanto el try, sino conseguir esos puntos que nos dejaron a tan solo 2 puntos del empate (jugaba como selección Bogotá). También ha sido muy emocionante ver como mis compañeras consiguen grandes triunfos para el rugby colombiano, me siento parte de eso, porque hemos tenido que luchar mucho por este deporte y todos los que hemos jugado alguna vez hemos sumado.
¿Algo que decirle a sus amigos de Carneros…?
Carneros es un gran club, lleno de seres maravillosos. A veces no he compartido la filosofía del club por diferentes motivos, cosa que es normal en cualquier colectividad. Yo siempre he pensado que ganar no es la finalidad de este deporte, es dejarlo todo en la cancha, es darlo todo en entreno, es compartir con tus compañer@s. Y creo que aunque haya estado en contravía, han vuelto esos puntos de encuentro que me han permitido sentirme orgullosa de pertenecer a esta gran familia y de haber conocido a grandes amig@s aquí. Siempre seré Carnero (Ovejita), ¡Hasta la Muerte!
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